El mundo es una eterna batalla









Del Llibre Casialgo de Marce López Sirer










Observando la Naturaleza, la encontramos en continua lucha despiadada por subsistir. Toda la Naturaleza compite, inmisericorde para permanecer sea cual fuere el precio.

En la escala de los seres vivos, desde los vegetales más primarios, hasta las más complejas organizaciones biológicas, sin excepción, tratan de salvar su existencia  y prolongarse como especie.

Cuando contemplamos con ojos sentimentales, artísticos o poéticos los bosques, las praderas, los jardines o los céspedes, se alegran los ojos y vibra el corazón en el abrazo de una caricia y nos dejamos mecidos en nuestras sensaciones sin analizar más razón. Es la virtud humana de bordar las realidades.


Pero, si analizamos, si abrimos  los ojos reales, los ojos lavados de nuestra capacidad de poetizar, hallaremos esos bosques como una masa de indivi­dualidades vegetales en la que cada una libra una batalla tremenda, dura y bárbara por ocupar el mayor espacio vital posible. Cada rama enarbola sus bande­rolas de hojas pulmonares y las lleva, desesperada­mente, hacia la mejor posibilidad de aire y de luz, sin preocuparse por las hojas de las ramas vecinas o circundantes. No hay solidaridad ni hermandad ni piadosas consideraciones. Cada individualidad, intenta siempre satisfacer sus propias necesidades y, para ello, invadirá, si puede, el mayor y el mejor espacio aunque, con ello, perjudique o hasta produz­ca la muerte de sus propios hermanos de Especie : no hay hermanos; hay individualidades en constante lucha por subsistir y por subsistir en las mejores condiciones .

Ni siquiera hay consideración  alguna por los propios hijos...Una vez lanzada la semilla, ésta, deberá luchar y resolver por su propia subsistencia.

Cada Especie,  por su parte, si se la deja o le es posible, invadirá todo el espacio que pueda  y cubrirá el mundo que le sea propicio.

Cada Especie, lleva implícita, en su genética, la condición ineludible de expandirse: es como si tuviese el temor de que, por muchos que sean, los componentes de su Especie, nunca podrían ser bastantes para garantizar que la Especie pueda subsistir y ello, quizá, contribuye o se debe a que  por las experiencias ancestrales, conocen que , cualquier catástrofe natural: incendios, terremotos... volcanes, movimientos sísmicos, etc. pudiera causar su extin­ción...

Cuantos más individuos existan y cuanto mayor sea el área  ocupada, más posibilidades tienen de que, las catástrofes, no afecten a alguna de las partes del área ocupada y, consiguientemente, esa parte a salvo, permitirá el que a partir de ella, la Especie subsista.

Si este razonamiento lo aplicamos a las Espe­cies animales, o sea;  a todo el mundo vivo, observa­mos que procede de igual manera.

EL CONCEPTO DE AMBICIÓN, no tiene entidad propia; es una condición de existencia.

Llama poderosamente la atención, el que tal coincidencia sea tan absolutamente general. Llama la atención el que, todo lo vivo, tenga un interés tan especial y perentorio en PERMANECER : en ser inmortal...

¿Por qué y para qué hay vida en este mundo?

¿Por qué y para qué el afán de eternidad?...

¿ Es que hay una razón ignorada por nuestro intelecto pero extraordinariamente importante para el instinto y le escapa a la RAZÓN actual?...¿ Si está, esa razón, en la propia genética de todas las Especies independientemente de la voluntad, parece lógico deducir que, esa razón o  motivación, tiene que tener una finalidad objetiva...

Podríamos imaginar que, por una u otra causa, la vida individual se creó o surgió con un designio predeterminado cuyo momento de culminación o cuya fecha universal de realización está situada lejos  en el tiempo de nuestro tiempo pero quizá próxima en el tiempo contado en el Universo y que, al cam­biar las circunstancias ambientales, al hacerse cada vez más hostiles para la vida individual, se tuvo que recurrir a la adaptación y a la procreación ya que; en la imposibilidad misteriosa de la eternidad del indivi­duo o de que, el individuo vivo, conseguiría llegar a la finalidad contenida en sí mismo, en su propia genética, hubiese tenido la necesidad de tratar de proseguir, mediante la prolongación del individuo vivo, en el vehículo de la conservación de la Especie, una prolongación vital hacia esa fecha misteriosa y desconocida en el futuro que ignoramos.

¿Qué razón de ser tiene o, que se espera que en ella deba suceder?

¿Qué objetivo desconocido se esconde en el seno del instinto general de todo lo vivo?

Sea lo que sea, debe ser algo muy importante, muy transcendente, de muy altos designios y motivaciones puesto que condiciona todo el hacer de los vivos desde siempre hasta no se cuando...

¿Es que podemos establecer algún nexo aproximado entre este razonamiento y la IDEA de una DIVINIDAD colosalmente grandiosa con respecto a nuestra pequeñez física e intelectual y cuya manifestación y contenido puede que sea extraordi­nariamente sencilla y lógica y que la podamos comprender, en el futuro pero que, no cabe, actual­mente, en nuestra limitada  capacidad de compren­sión si no es, quizá, desde el regazo de una FE en  ALGO... que podría constituir, por sí mismo, la razón venida desde el Génesis hasta nuestros días, camino del futuro; hasta esa fecha ignorada y trans­cendental que, todo lo VIVO parece esperar?.

¿Vale la pena meditar?... 

 

 

Compartit per Caty Martinez i Joan Sancho-Jusan